¿Qué queremos hacer?
Provocar el precipitado de una sustancia por la acción de un reactivo y, posteriormente al seguir añadiendo el mismo reactivo, conseguir que el precipitado desaparezca.
Material
- Cuentagotas
- Disolución de disolución de sulfato cúprico
- Disolución amoniacal (amoniaco+agua)
Procedimiento
Se echan un par de dedos de disolución acuosa de sulfato cúprico en un tubo de ensayo. A continuación se vierte una gota de disolución amoniacal. Se observa lo que sucede. Se siguen añadiendo gotas de la misma disolución amoniacal. ¿Y entonces?
El resultado obtenido es...
Al iniciar la adición de la disolución amoniacal se producirá un precipitado azul intenso en el fondo del tubo. Pero al continuar añadiendo gotas de dicha disolución el precipitado desaparece y todo vuelve a formar una disolución nítida y transparente.
Explicación
Con las primeras gotas de reactivo se produce la precipitación de hidróxido cúprico, que es lo que se observa al inicio del proceso. Al añadir el mismo reactivo se observa la redisolución del precipitado ya que se produce la formación, mediante enlaces coordinados, del complejo catiónico tetraminocúprico que es soluble, a diferencia del hidróxido cúprico formado anteriormente.
Algún comentario...
Hay que tener algo de cuidado para que sea perfectamente visible la primera etapa, es decir la formación del precipitado. La mayoría de los hidróxidos metálicos son insolubles, por lo que es relativamente fácil provocar su precipitación creando un pH básico en la disolución de las sales metálicas.
La redisolución de los precipitados también puede hacerse con otras sustancias, como son los casos de los hidróxidos de cinc o de aluminio que precipitan al añadir hidróxido sódico a disoluciones de sulfato de cinc y de sulfato de aluminio respectivamente. Al seguir añadiendo álcali se redisuelven. En estos casos, la redisolución se debe a la formación de los aniones complejos cincato y aluminato, dado el carácter anfótero de los hidróxidos de cinc y de aluminio.